Que el rock nos coja confesados!
lunes, 7 de diciembre de 2009 @ 5:18
Hubo un tiempo en el que el tocar en un grupo de rock era cosa de chicos y chicas malas. La pelvis de Elvis puso el grito en el cielo, no solo de sus fans. Como los flequillos de The Beatles. Lennon dijo que eran más famosos que Jesucristo, pura transgresión. La música francesa de los 60 está plagada de púberes perversas. Los Stones hicieron Sympathy for the devil a modo de manifiesto, Lou Reed habló en Heroin de transgresión y del lado salvaje. Las gentes del rock siempre caminaron por el filo de la navaja.
Llegaron U2 y aparecieron las cruces, pero en la entonces revolucionaria Irlanda ser católico era vivir en el alambre y no nos dimos cuenta de nada, porque el rock siempre fue combativo. Llegaron The Killers y con ese nombre y una canción de Morrissey nos colaron que son mormones y republicanos confesos.
Hoy asistimos al fenómeno de los Jonas Brothers, número uno en Estados Unidos, serie de TV propia en Disney Channel y una actividad frenética que roza la explotación juvenil. Debe de ser cosa de la anestesia social, porque no les hacemos mucho caso. Son un grupo más para preadolescentes, y sabemos a medias que estos dulces efebos son cristianos evangélicos y célibes.
Antes del salto a la factoría Disney, se hacían llamar Los Hijos de Jonas. Inquietante, ¿no? Su papá tiene en Youtube un top ten con sus discursos encendidos al más puro estilo El fuego y la palabra. Antítesis de la rebeldía del rock, empezaron cantando en iglesias; su primer disco fue lanzado por el sello INO, de música cristiana. Viajan acompañados por papá Jonas, pastor evangélico que empezó en esto del show business en la Iglesia Pentecostal. En sus canciones se lanzan mensajes que tienen que ver con los valores de compartir pizza y ver la MTV. No sé si esa es la razón por la que los padres compran a sus hijos los discos de los Jonas. ¿Los consideran una buena influencia? Predican la abstinencia, nada de alcohol, tabaco o drogas. Los tres usan un anillo de pureza y han dicho a sus fans: «Prometemos a nosotros mismos y a Dios que seremos puros hasta el matrimonio». En mis tiempos, los obispos nos dijeron que el punk era el Anticristo. Yo solo le pido a Dios que vuelva.
fuente.elperiodico